Etiquetas

miércoles, 8 de octubre de 2014

Giardino: “Vendíamos más discos que Soda, Charly o Fito”


Canciones como Mujer amante, La leyenda del Hada y el Mago, El sueño de la gitana, o Solo para amarte, hicieron de Rata Blanca una de las bandas más populares de Argentina en los comienzos de la década de 1990. La inconfundible voz de Adrián Barilari y las manos mágicas del guitarrista Walter Giardino llevaron el heavy metal a lugares donde nunca había llegado antes. Conciertos para 30 mil personas y varios discos de oro los pusieron en la cima, para después verse relegados por los prejuicios de un medio hostil que no perdonó el éxito. 

Días antes de su presentación en Montevideo (20/9/14), El Observador conversó con Giardino sobre el ayer y el hoy de Rata Blanca.

Han estado de gira desde 2013 por toda Sudamérica y en octubre tocarán en Estados Unidos. ¿Cómo ha sido volver al ruedo?

Increíble. Todo surge de cambios en la parte de management, que decidió apostar fuerte a la región para reactivar las presentaciones de la banda. Para ser sincero no nos sorprendió la aceptación en 2013 porque significaba la vuelta del grupo, pero sí en 2014, cuando la demanda se sigue manteniendo. Es conmovedor, más no habiendo sacado un disco.

¿Con qué se va a encontrar el público uruguayo?

Con un set list muy potente, repleto de canciones, con todos nuestros clásicos. También varios temas de los últimos tres discos y algunas partes instrumentales que se redescubrieron de cuando tocábamos con orquestas. Es un show muy dinámico. No sé cuánto de nuevo podemos traer, pero al ser una banda con más de 20 años de trayectoria, estará todo lo que quiere escuchar la gente.

Es imposible no preguntarle por su etapa en V8, una banda mítica que surgió cuando no había nada. ¿Por qué se fue?

Bueno, yo soy un tipo muy temperamental y cuando algunas cosas se pasaron de la raya no lo soporté y arranqué. V8 significó una especie de ícono en el metal argentino y hoy es una leyenda. En definitiva, más allá de temas personales, fueron las diferencias musicales las que no permitieron que yo siguiera. V8 era una cosa y para mí se había desvirtuado cuando tomé la decisión. Sonaba mejor, es cierto, pero se había perdido la esencia. Además, yo no era para tocar en V8, lo aclaré desde el primer día. Yo era más de Deep Purple y el resto tiraba más para Motorhead o, más aún, para el trash. Además era todo muy desorganizado. Para mí es válido el lugar que se ganó V8; pero tampoco me vengan a contar a mí lo que era aquello (risas).

¿Qué fue y qué es Rata Blanca?

Una banda de rock metálico clásico, que hizo y hace las cosas lo mejor que puede. Que quizá marcó una diferencia por su forma de trabajo. Nosotros nos preocupamos más de los resultados musicales que de levantar banderas ideológicas. Para mí la ideología está, estuvo, en tener 14 años, ponerse una campera de cuero y salir a tocar. ¿Libertad total y antisistema? Sí, puede, pero muchos de esos después se volvieron millonarios. Así que yo no le voy a escupir la cara a nadie mientras lo que piense no sea dañino, ni rechazar a alguien porque tiene plata o no viene vestido de cuero al show. He visto a tantos heavys de antes que ahora son gordos y atienden una verdulería…, así que no me vengan con ideologías. Se trata siempre de acercar gente a la música.

La banda que llenaba estadios después fue criticada por desmarcarse de los circuitos tradicionales, por gustarle a gente que no era peluda. ¿Fue muy duro?

Fue triste, más que duro. Porque no se hizo de frente, fue: ensuciemos a Rata Blanca y bajémoslos de donde están. Nosotros éramos muy inocentes, llegamos de golpe al éxito. Estábamos cumpliendo el sueño del pibe, teníamos canciones que eran éxitos en toda Argentina, convocábamos a miles y lo único que hicimos fue ir a tocar a lugares como bailantas, que era la única vía para llegar al interior de nuestro país. Ese fue el pecado, dicen. Creo que no mandamos el mensaje correcto en ese momento, no paramos la cosa, íbamos y tocábamos. Pero en el fondo el problema era que nosotros vendíamos más discos que Soda (Stereo), Charly (García) o Fito (Páez). Eso no gustó, les dolió que estuviéramos por encima del pop, era un sacrilegio. Pero en ningún diario leías una crítica mala, simplemente nos hacían el vacío. Aunque también hubo cosas increíbles, como que el Indio Solari saliera con una remera de Hermética, porque tampoco le convenía a Los Redonditos que Rata Blanca siguiera creciendo.

Tras el boicot vino el bajón y la disolución del grupo. ¿Por qué volvieron a juntarse?

Por casualidad. Yo estaba con mi proyecto de Temple y buscaba un cantante, y como no encontré lo llamé a Adrián Barilari. Automáticamente se disparó todo, renació la magia. Todas las fechas de Temple se convirtieron en toques de Rata Blanca. El primer recital fue en La Paz, fuera de Argentina, y tocamos para 15 mil personas. Fue el regreso.

Siempre se lo ha considerado un virtuoso de la guitarra. ¿Pesan los años?

Bueno, lo que antes hacías poniendo fuerza ahora lo suplís con técnica. Tocar es como un deporte, requiere mucho esfuerzo. Y por eso a veces te lesionás, pero lo superás. Técnicamente me parece que ando mejor que de chico, me domino mejor. Tocar rápido, además, no te asegura nada. A mí me gusta conmover, sea con una nota o con cien.

Además de componer la música, siempre hizo letras. ¿Qué puede decir de esa faceta?

Que lo hice porque no me quedó otra. Yo soy más de la música, para mí la música no miente. Las letras sí mienten, te podés hacer el bueno o el malo, es muy intelectual. Para poesía me compro libros de Neruda. Yo la banda de rock la quiero enfrente mío haciéndome temblar con el sonido. Mirá, Mozart decía que la letra era la hermana obediente de la música. Pienso lo mismo.

¿Tienen idea de sacar algún disco?

Sí, estamos trabajando dentro de lo posible por la cantidad de shows. La idea es tener algo para 2015. La gente lo pide y nosotros lo necesitamos.

(elobservador.com.uy)

No hay comentarios: